La ingesta de frutas y verduras es necesaria para tener una buena salud, además incluirlos en la dieta añade un toque diferente a los platillos.
Pero ¿Qué pasa cuando no es temporada de nuestra fruta favorita o cuando las verduras se quedan rezagadas mucho tiempo?
Existe una excelente opción para tener todo el año disponible las frutas que más nos gustan, así como para que las verduras no pierdan sus propiedades y las conserven hasta el momento d eser usadas: el congelamiento. Lo mejor es que son de fácil acceso y ya están listas para usarse.
Las investigaciones han revelado que las frutas y verduras congeladas pueden tener la misma cantidad de vitaminas, y algunas veces más, en comparación con las frescas.
“En términos de las formas en que los humanos han desarrollado la conservación de los alimentos, la congelación es la mejor forma para conservar los nutrientes”, dijo Ali Bouzari, científico culinario.
Aparte de preservar las vitaminas, la congelación es la mejor manera de preservar los compuestos de plantas beneficiosas que ayudan a protegernos contra las enfermedades, explicó Mary Ann Lila, directora del Instituto de Plantas para la Salud Humana de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.
Los productos congelados son una opción especialmente valiosa si no vas a comer tus frutas y verduras dentro de uno o dos días, explicó Gene Lester, un fisiólogo de plantas y líder del programa nacional del Departamento de Agricultura de EUA, donde supervisa la investigación sobre poscosecha de alimentos de origen animal y vegetal.
Las frutas congeladas “se recolectan comercialmente en el punto máximo de madurez y luego se congelan y envasan individualmente bajo una atmósfera de nitrógeno”, dijo Lester. Exponer las frutas y los vegetales al nitrógeno ayuda a conservar los nutrientes que degradan el oxígeno, y también ocurre con algunos vegetales frescos, como las verduras en bolsas.
Las verduras para congelar comercialmente también se recolectan en la madurez máxima, pero a diferencia de las frutas, se escaldan antes de la congelación, donde se exponen a temperaturas de agua caliente entre 90 y 35,0 grados centígrados, lo que destruyen las enzimas que causan decoloración, pardeamiento, y pérdida de sabor.
Además de lograr una coloración llamativa, el escaldado también suaviza las verduras y hace más fácil su consumo, pero representa una desventaja: hace que se pierda el 50% de vitamina C.
Las frutas congeladas “se recolectan comercialmente en el punto máximo de madurez y luego se congelan y envasan individualmente bajo una atmósfera de nitrógeno”, dijo Lester. Exponer las frutas y los vegetales al nitrógeno ayuda a conservar los nutrientes que degradan el oxígeno, y también ocurre con algunos vegetales frescos, como las verduras en bolsas.
La buena noticia es que, al igual que las frutas, las verduras que se congelan se suelen recoger en su punto máximo de madurez, donde son más densas en nutrientes, en comparación con el producto que se vende fresco, que se recolecta en un punto menos maduro y con menos nutrientes, para que duren más durante el transporte y almacenamiento.
“Si seleccionas los vegetales en su punto máximo de madurez, tienen su mayor abundancia de nutrientes, vitaminas y minerales, y eso puede ser entre un 10% y un 50% más que algo que se cosecha comercialmente como fresco”, dijo Lester.
Las verduras que se venden en el mercado de productos frescos también se recogen con la mayor madurez, y pueden conservarse brevemente en un almacenamiento refrigerado y estar disponibles para comprarlas a la mañana siguiente, según Lester. En términos de jerarquía nutricional, los vegetales maduros frescos de la granja serían superiores a los congelados en términos de valor nutricional, pero solo si se comen dentro de un día aproximadamente.
“Después de tener cuatro o cinco o siete días, es una ecuación completamente diferente”, dijo Lester.